La revolución silenciosa: por qué el 75% de los estadounidenses prefiere la inteligencia artificial descentralizada

Por Lucía Luque Yuste

En plena era digital, donde cada avance tecnológico parece surgir a la velocidad de la luz, no solo importa lo que se crea, sino cómo se gestiona. Y ahí es donde entra en juego la inteligencia artificial descentralizada, un concepto que está ganando terreno entre la opinión pública, especialmente en Estados Unidos. Según un reciente estudio llevado a cabo por Digital Currency Group y Harris Poll, el 75% de los ciudadanos estadounidenses apoya políticas destinadas a evitar la concentración del poder sobre la inteligencia artificial. Esta cifra, lejos de ser una moda pasajera, refleja un cambio de mentalidad profundo y con implicaciones sociales, económicas y tecnológicas de gran alcance.

Lo que me llama especialmente la atención de este estudio es cómo las personas están empezando a ver la IA no como una tecnología de élites, sino como una herramienta que debería estar al servicio de todos. El modelo descentralizado propone precisamente eso: un acceso más justo, más participativo y más transparente a una tecnología que, en lugar de estar controlada por unas pocas grandes corporaciones, se abre a un ecosistema donde muchos pueden aportar, decidir y beneficiarse.

Uno de los principales motivos por los que la IA descentralizada (también conocida como DeIA) está generando tanto interés es por su potencial para fomentar una innovación más rápida y diversa. En lugar de depender de la dirección de un puñado de gigantes tecnológicos, este enfoque promueve una red abierta de colaboración en la que startups, investigadores, programadores independientes y usuarios pueden trabajar en conjunto. Esto permite que surjan soluciones mucho más adaptadas a contextos específicos, desde aplicaciones para la salud hasta sistemas financieros más inclusivos.

Otro aspecto clave es la preocupación creciente por la privacidad de los datos. Vivimos en un momento donde la conciencia sobre cómo se recogen, almacenan y utilizan nuestros datos personales está más presente que nunca. El 88% de los participantes en el estudio de Harris afirmó que los usuarios deberían tener un mayor control sobre su información, lo que demuestra una clara demanda social de soberanía digital. La IA descentralizada responde a esta inquietud permitiendo que los datos estén gestionados directamente por los usuarios y no por grandes entidades que podrían lucrarse con ellos sin ofrecer transparencia o control.

La seguridad también juega un papel importante. La integración de tecnologías como blockchain en los sistemas de IA descentralizada permite validar procesos de forma segura, sin depender de una autoridad central. Esto no solo mejora la confianza en los resultados, sino que también reduce riesgos de manipulación, censura o monopolios tecnológicos. Tal como señaló Julie Stitzel, vicepresidenta de políticas de DCG, el verdadero potencial transformador de la IA solo se alcanza si no está en manos de unos pocos. Y es justo esa visión la que la mayoría de los estadounidenses está respaldando.

A nivel económico, la DeIA también representa una oportunidad clara. Expertos como Tony Douglas, CEO de DNA Fund, destacan que estamos ante una de las principales tendencias para impulsar el crecimiento económico en los próximos años. En lugar de limitar la innovación a los departamentos de investigación de grandes empresas, se abre un nuevo escenario donde la colaboración abierta y el intercambio de conocimientos se vuelven protagonistas. Y esto, en un mundo cada vez más interconectado y exigente, es clave para afrontar los grandes desafíos globales.

También es interesante observar que esta preferencia por lo descentralizado refleja, en el fondo, una creciente desconfianza hacia las instituciones y una voluntad de empoderamiento ciudadano. Las personas quieren tener voz y voto en el futuro digital que estamos construyendo, y no ser simples espectadores o consumidores pasivos. La descentralización tecnológica, en ese sentido, se convierte en un acto de reivindicación: queremos una inteligencia artificial que sirva al bien común, no a intereses corporativos cerrados.

Por todo esto, no me sorprende que un 67% de los estadounidenses piense que la IA centralizada puede estar más expuesta a sesgos o manipulaciones, o que un 59% crea que la IA debería considerarse un bien público. Al final, el modelo descentralizado no solo es más justo, sino también más coherente con la idea de un progreso colectivo. Un progreso donde la inteligencia artificial no sea un privilegio, sino una herramienta al servicio de una sociedad más inclusiva, ética y resiliente.

En conclusión, el respaldo a la inteligencia artificial descentralizada representa mucho más que una preferencia tecnológica: es un cambio de paradigma. Una forma de entender el futuro en la que el poder se distribuye, la innovación se multiplica y los derechos digitales se colocan en el centro. Si queremos un futuro realmente democrático, transparente y participativo, apoyar este modelo parece no solo una opción lógica, sino también necesaria.

Referencias:

  1. Maldonado, J. (2025, 1 de junio). ¿Por qué el 75% de los estadounidenses prefieren la IA descentralizada para impulsar la innovación? El Cronista. https://www.cronista.com/infotechnology/actualidad/por-que-el-75-de-los-estadounidenses-prefieren-la-ia-descentralizada-para-impulsar-la-innovacion/
  2. Zhang, B., & Dafoe, A. (2019). U.S. Public Opinion on the Governance of Artificial Intelligence. arXiv. https://arxiv.org/abs/1912.12835

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