La Terapia de Luz Roja (TLR), o fotobiomodulación (FBM), ha despertado un notable interés debido a sus propiedades curativas en la piel. Esta modalidad no invasiva emplea longitudes de onda luminosas en el espectro rojo (600-700 nm) y cercano al infrarrojo (700-1440 nm) para impulsar procesos celulares y fomentar la reparación y regeneración de los tejidos. Desde 2010, los estudios han esclarecido sus procesos y evidenciado una diversidad de usos dermatológicos.
Procesos de Funcionamiento Celular en la Piel
La efectividad de la TLR se basa en su habilidad para afectar la función molecular de las células. Cuando los fotones se introducen en la piel, son asimilados por cromóforos en las células, en particular por la citocromo c oxidasa (CcO), situada en las mitocondrias. Este proceso de absorción causa una serie de acontecimientos dentro de la célula:
- Producción y Estimulación de ATP: La interacción con la CcO impulsa la actividad de la mitocondria, aumentando la generación de adenosín trifosfato (ATP). El ATP es la principal fuente de energía en las células, y su incremento fomenta procesos vitales como la reparación, regeneración y proliferación. Esto proporciona la energía necesaria para que las células cutáneas funcionen eficientemente y se regeneren.
- Impulso de Nitrógeno: Los fotones que son absorbidos por la CcO también poseen la habilidad de liberar óxido nítrico (NO). Esta emisión potencia la vasodilatación a nivel local, mejorando la circulación sanguínea y la provisión de oxígeno a las células. El Nitrógeno también controla las especies de oxígeno reactivas (ROS), fundamentales para la comunicación entre las células y la regeneración corporal.
- Expresión Génica y Vías de Señalización: La TLR tiene un impacto en varias rutas de señalización y en la manifestación genética. Esto abarca la regulación ascendente de genes responsables de la proliferación celular, migración y adhesión, además de la modulación de las respuestas inflamatorias.Estas alteraciones son cruciales para la reorganización y el rejuvenecimiento de los tejidos.
- Impacto en las Células Mayores de la Piel: Las células como fibroblastos, queratinocitos y macrófagos tienen una susceptibilidad particular a la TLR. Los fibroblastos, responsables de producir colágeno y elastina, muestran un incremento en la proliferación y producción de estos componentes de la matriz extracelular, vitales para la estructura y la elasticidad de la piel. Los queratinocitos, fundamentales para la integridad epidérmica, también exhiben una mayor proliferación y migración, lo que respalda la curación de heridas y su función de barrera en la piel.
Utilizaciones Clínicas en Dermatología
Las más recientes investigaciones científicas destacan varias aplicaciones exitosas de la TLR para diferentes afecciones cutáneas:
- Antienvejecimiento y Rejuvenecimiento: Diversas investigaciones evidencian la habilidad de la TLR para suavizar los indicios del envejecimiento de la piel. Esto abarca la disminución de líneas y arrugas, la optimización de la tez y la textura cutánea, y el incremento de la densidad de colágeno en el interior del dermis. El fomento de la generación de colágeno y elastina es un elemento esencial en estos efectos.
- Cicatrización y Reconstrucción de Tejidos: Se ha comprobado que la TLR intensifica la cura de varias lesiones cutáneas, entre ellas úlceras crónicas e incisiones postoperatorias. Sus propiedades pro-cicatrizantes son relacionadas con el incremento de la proliferación celular (fibroblastos, queratinocitos), el fortalecimiento de la angiogénesis (creación de nuevos vasos sanguíneos) y la disminución de la inflamación.
- Impulsos en la Piel: Las propiedades antiinflamatorias de la TLR la convierten en una opción viable para afecciones inflamatorias cutáneas. La investigación señala que podría ayudar a reducir la inflamación mediante la regulación de la actividad de las células del sistema inmunológico y los mediadores inflamatorios.
- Manejo del Acné: Diversas investigaciones sugieren que la TLR puede ser beneficiosa en el tratamiento del acné al reducir la producción de sebo en la piel, la reducción de agua transepidérmica y, potencialmente, al tratar las bacterias P. acnes.
Se suele considerar a la TLR como un tratamiento seguro y no invasivo, con una incidencia reducida de efectos secundarios cuando se aplica dentro de los parámetros definidos. En contraposición a otras terapias luminosas, no produce calor y no provoca la aniquilación de tejidos.
A pesar de que una mayor cantidad de evidencia respalda la eficacia de la TLR, los expertos en ciencia enfatizan la necesidad de más ensayos controlados aleatorios de alta calidad y en gran magnitud para mejorar los protocolos de tratamiento, optimizar los parámetros (como la longitud de onda, fluencia, irradiancia, duración) y establecer estándares estandarizados para su aplicación en el contexto clínico. La adaptabilidad de la TLR, gestionada mediante LEDs y láseres de baja potencia, facilita su personalización, lo que la sitúa como un campo de gran potencial para la investigación dermatológica constante.